- Mike, ¿No te habrás equivocado de álbum? -seguro más de uno de ustedes estará pensando eso, debido a que como bien saben e incluso publique en mis sitios, el Dark Side of The Moon cumplió hace poco 40 años de existencia, sin embargo como siempre me gusta salirme un poco de la línea y esta vez la reseña del día de hoy va dedicada a un álbum que antecedió a este mismo, se trata del Meddle, un disco que salió dos años antes que la que es considerada la opera magna de Pink Floyd y que precisamente marcó el sonido que la banda tendría en los años setentas y que se caracterizaría por ser el primero de sus álbum en tener una onda netamente Progresiva, esta es la primera vez que escribo esta reseña así que ahí les va a ver qué tal queda.
Comenzaba el año de 1971 y la banda acababa de terminar la gira promocional de su quinto álbum: Atom Heart Mother, la banda estaba muy ansiosa por entrar al estudio puesto que se había estado trabajando en una pieza de larga duración que inclusive habían incluido en algunos shows mediante algunas experimentaciones, esta pieza más tarde pasaría a llamarse "Echoes" y sería el tema principal del álbum ya que ocupa la mitad del LP, en ocasiones se dice que Meddle es realmente un álbum de cierto modo hecho al aventón puesto que la banda sólo llegó al estudio sin tener una idea clara de lo que iba a realizar, sin embargo esto dio paso a que el álbum se convirtiera en un experimento de grabación de más de siete meses muy bien construido y convertido en una obra maestra de excelsa calidad.
El álbum comienza con "One of These Days" y el sonido de un ventarrón tremendo que pasa a ser cortado por dos bajos tocados por Roger Waters y David Gilmour al mismo tiempo esto se complementa con el slide guitar de este último que mas tarde nos conduce a la voz distorsionada y ralentizada de Nick Mason que comienza a tocar su batería mientras Richard Wright hace un sinúmero de efectos y comienza a experimentar con su órgano Hammond, Gimour nos sigue mostrando su habilidad en el slide con "A Pillow of Winds" es este mismo el que le pone historia al track cantando de manera sutil mientras se escuchan los arpegios de la guitarra, pasamos a "Fearless" que tiene un pegadizo riff de guitarra y que es ambientada por los gritos del himno deportivo conocido como "You'll Never Walk Alone", este tema se alarga y es precisamente aquí donde se logra una sinergia con el resto del álbum de manera impresionante, "San Tropez" es una pieza que es completamente de Roger Waters y es aquí donde este nos muestra que quería destacar de una manera sobrenatural en la banda, el tema es bastante agradable ya que nos habla de como sería un día viviendo en una ciudad de Francia llamada Saint-Tropez, llegamos al último tema de la primera cara: "Seamus" donde el protagonista es el perro de Steve Marriot (guitarrista de Small Faces) que no para de aullar, escuchamos también una guitarra y un piano tocados muy a lo country.
Para finalizar tenemos veintitrés minutos de "Echoes" que es tan compleja y exquisita que ni siquiera se le puede dividir a pesar de que en un inicio se decía que contaba con 24 partes, comienza con Richard Wright jugando con un sonar a través de su Leslie e irrumpiendo en el silencio para poco a poco dar paso a los demas instrumentos, el órgano Hammond, el slide de la guitarra, la lenta batería y un bajo son algunos de estos elementos que resuenan hasta que llegan David Gilmour y Wright a recitar unos versos que parecen sacados de un viaje interestelar, es como mediante un solo la guitarra nos conduce a un ritmo funk donde el órgano, la batería, el bajo y la guitarra hacen de las suyas como si de instrumentos cargados de algún metal pesado se trataran, justo a la mitad el tema se transforma y se emula el chirrido de una gaviota que nos hace viajar por casi cuatro minutos, entonces es como el órgano y la batería nos aterrizan poco a poco hasta sincronizarse con el bajo y la guitarra y devolvernos a lo que teníamos al principio: un cálido y desolado panorama donde se recita el último verso, el bajo imprime una sensación de querer ir desapareciendo poco a poco junto con la fuerte ventisca que parece aproximarse de manera rápida pero que nunca colisiona con nada.