Situémonos a finales de los años
ochenta, una época en la cual la gente ya estaba harta de escuchar grupos
dizque metaleros haciendo dizque música Heavy, pues como sabemos aunque no lo
parezca hubo muchos discos en esa última mitad de los 80s los cuales mostraban
que el Metal seguía vivo y que había grupos que realmente valían la pena, y
entre ellos podemos mencionar precisamente el cuarto disco de Metallica.
El primero sin Cliff Burton en el
bajo por lo cual resultó ser un disco muy polémico ya que el bajo del nuevo integrante,
Jason Newsted, apenas y se escucha a lo largo del álbum aunque fue así como la
banda demostró que no dependía de Burton para ser una banda exitosa, cabe
mencionar que mi decisión de hacer esta reseña fue el hecho de que el disco
cumplirá 25 años el día de mañana.
“Blackened” es de esos temas poco
reconocidos de Metallica que abre el disco de una manera cautelosa pero que
poco a poco logra adentrarse en el terreno con la velocidad de la guitarra,
llegamos a “…And Justice For All” y encontramos ahí cambios de ritmo que bien
podrían decirnos que la banda estaba entrando a un territorio más Progresivo, aunque
hoy en día Kirk Hammet aborrece tocarla en vivo y pocas veces lo hace hay que
aceptar que tiene muy buenos solos de guitarra, “Eye of The Beholder” es de
esos temas de Metallica que te gustarán de inmediato gracias a su coro
vociferante a pesar de ser un tema poco conocido, y el hecho de que sea poco
conocido es que la banda lo hizo tan complejo y a la vez con una letra tan política
y polémica que simplemente decidieron no tocarlo en vivo a pesar de ser un sencillo del álbum.
Entonces viene “One” la balada obligatoria en los
álbums de Metallica pero que a diferencia de muchas de las baladas de la banda logra
una velocidad extrema en la segunda parte del tema, pero antes de eso la
letra nos cuenta la historia de un soldado que pierde sus extremidades, sus
ojos, su boca y sus oídos pero con la mente intacta dejándolo enclaustrado en su propio cuerpo, regresa
el Thrash por un momento en “The
Shortest Straw” en donde reina la velocidad y un poco de distorsión que es
aplastada por la batería de Lars Ulrich,
esta letra nos cuenta como los más débiles siempre son los elegidos para hacer
las tareas difíciles, “Harvester of
Sorrow” es otro de los sencillos de la banda que si ha sido tocado varias
veces en vivo aunque tiene un ambiente mucho más oscuro donde James Hetfield parecer tirar al aire todos sus demonios vociferando
una letra de odio y locura.
Aunque quizá lo más oscuro del
álbum se encuentra en los tres últimos temas comenzando por “The Frayed Ends of Sanity” donde Jason Newsted sale a relucir haciendo
unos coros un tanto diabólicos, de
ahí en fuera el tema consta de riffs intensos que van creciendo en cuanto a
intensidad, el espíritu de Cliff Burton
se hace presente en “To Live Is To Die” gracias
a que la banda rescata varios riffs creados por el mientras estaba vivo, de
esta manera la banda le rinde un homenaje haciéndonos recordarlo a través de secciones
instrumentales que contienen fuertes líneas
de bajo y solos simbólicos, al final Hetfield recita un poema escrito por
Cliff y el tema termina tal como empezó pero de una manera inesperada, la banda
nos demuestra que sigue sabiendo hacer Thrash en “Dyers Eve” que es quizá el tema más rápido del disco y donde se
puede disfrutar de la veloz batería que parece no tener quien la pare hasta que la guitarra le gana en velocidad y ambos instrumentos deciden parar.
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